lunes, 15 de septiembre de 2014

acabemos con el mal uso de Internet y las redes sociales chicos

Historia del CiberBullying
Desde que en 1970 Olweus comenzó a estudiar de forma sistemática el fenómeno del maltrato entre iguales en el ámbito escolar, han transcurrido casi cuatro décadas, en las que no sólo se conoce más y mejor este acto de violencia, sino que además, se han desarrollado diversidad de programas, principalmente en el ámbito escolar, para conseguir recudir o acabar con el mismo.

Paralelamente a esta evolución en los estudios sobre el bullying, se han ido introduciendo cambios en la realidad del maltrato, de manera que la violencia o el maltrato al que se ven sometidas las víctimas de bullying actualmente, comparten circunstancias y situaciones similares a las que padecieron los sujetos de la muestra de Olweus, pero también presentan diferencias, tanto personales como experienciales.
Es así como se abre paso a otras formas de agredir, dando lugar a nuevas modalidades o especificaciones del bullying, con nombre e identidad propia como es el cyberbullying o acoso digitalizado. Por cyberbullying se entiende cualquiera de las posibilidades de uso de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación para hostigar con ensañamiento a su víctima.
Belsey define el Ciberbullying como el uso de algunas Tecnologías de la Información y la Comunicación como el correo electrónico, los mensajes del teléfono móvil, la mensajería instantánea, los sitios personales vejatorios y el comportamiento personal en línea difamatorio, de un individuo o un grupo, que deliberadamente, y de forma repetitiva y hostil, pretende dañar otro (Belsey, 2005).
En este sentido, José Mª Avilés autor de un estudio sobre el fenómeno del maltrato entre iguales en el ámbito escolar (Bullying) afirma que los agresores o bullies experimentan nuevas formas de agredir o humillar a sus víctimas en las nuevas tecnologías, ya sea en forma de amenazas por el móvil, mensajes vejatorios, o la creación de una página Web con el único objetivo de desprestigiar a un compañero (La verdad, 5/10/2004).
     





UNA HISTORIA VERDADERA DE
ALEJANDRA
insultos constantes en redes sociales, intimidaciones por correo electrónico y amenazas anónimas mediante mensajes de celular se convirtieron en una parte constante en la vida de Alejandra, una estudiante de tercer grado de secundaria.
Para Alejandra, internet se convirtió en un medio que le provocaba angustia y vergüenza, pues en su perfil de Facebook y correo "ponían insultos a cualquier hora y desde muchas cuentas". Al principio los comentarios se caracterizaban por burlas sobre su físico pero poco a poco fueron cambiando hasta convertirse en amenazas de golpes e incluso en algunos correos aseguraban tener fotos de su cuerpo que mandarían a sus compañeros.
Aunque Alejandra sabía que no existían tales fotos empezó a dudar de amigos y compañeros. En la escuela constantemente pensaba en quién podía estar haciéndole eso, sin poder concentrarse en las clases o convivir normalmente con sus compañeros. Un día recibió un correo en el que mandaban a varios de sus compañeros las fotos anunciadas, ella sabía que la persona que aparecía ahí no era ella, pero no tenía forma de hacérselo saber a los demás. 
Su mayor preocupación es que esas fotos siempre estarán en poder de alguien más y no podrá borrarlas como haría en el mundo real.
El cyberbullying es un término utilizado para definir las acciones de acoso realizadas desde plataformas tecnológicas, principalmente internet.
En México 40% de los estudiantes de primarias y secundarias padece de algún tipo de violencia escolar, según datos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Y el 90% de los niños y jóvenes han sido víctimas de acoso escolar en algún momento de sus vidas, según el Informe sobre Violencia en la Educación Básica de México realizado por la Secretaría de Educación Pública y la UNICEF.
El acoso escolar entre los estudiantes mexicanos se manifiesta principalmente con insultos, apodos, rechazo y robo de pertenencias, según la Encuesta Nacional de Intolerancia y Violencia realizada por la Secretaría de Educación Pública. Aunque en el cyberbullying los insultos y amenazas también se encuentran presentes, el hostigamiento no se limita al horario escolar y las víctimas se encuentran vulnerables y disponibles 24 horas al día.  “Internet es el instrumento para hacer del bullying algo más evidente, más visible y más reprobable y que causa una humillación extrema. Algunas personas que han sido objeto de la burla, del acoso de determinados compañeros se exponen al imaginario mundial. Es salir de la pequeña aldea o el pueblillo representado por tu escuela o salón de clases para que cualquier persona en internet se dé cuenta del tipo de agresiones de las que fuiste objeto” afirma Octavio Islas, sociólogo e investigador del Tecnológico de Monterrey.
“Muchas veces los padres, los maestros o cualquier autoridad no realizan ninguna supervisión o no pueden acceder a internet por lo que los agresores se sienten libres para hacerlo“, afirma Maite Sainz, psicóloga y miembro de la Sociedad Psicoanalítica de México.
¿Quiénes son los agresores?

Aunque no se puede establecer un perfil exacto de los agresores Sainz asegura que en su experiencia "son niños que están teniendo conflictos en casa. Pueden ser niños que ven pelear a los padres o que tienen hermanos mayores que los agreden a ellos. Estos pequeños van a la escuela y agreden a los otros niños para actuar lo que les está pasando en casa".
El 61.8% de los jóvenes mexicanos asegura nunca haber tenido una buena relación con sus padres, el 58.6% de ellos dice que sus progenitores no les prestan atención cuando les hablan y el 49.9% dice que nunca les cuenta acerca de sus problemas, según la Encuesta Nacional de Intolerancia y Violencia.
La tecnología forma parte fundamental de esta generación de niños y adolescentes hiperconectada, por lo que Sainz recomienda que tanto padres como maestros supervisen las actividades de los niños y actúen en conjunto para establecer consecuencias a los agresores. Para los niños agredidos la psicóloga recomienda buscar ayuda profesional para saber por qué el niño se siente débil.   
Alejandra decidió cambiar sus direcciones de correo electrónico y cerró los dos perfiles que tenía activos en redes sociales, sin embargo asegura que nunca se sentirá tranquila con el supuesto contenido sobre su vida que circulará indefinidamente en la web.